SEGUNDA B
El Arroyo es como Pulgarcito: va dejando migas de pan por cada partido. En el primero ofreció hechuras de equipo de Segunda B. En el segundo, que su estado físico fluye muchos puntos por encima del resto. En el tercero, ayer en el Romano, que le va a atraer más jugar a domicilio que en su propio campo. Cosa mala, porque en el Municipal de Arroyo tendrá que jugar hasta diecinueve partidos a lo largo del año; pero también apunte substancial, porque significa que el equipo que se está confeccionando es de campo ancho y césped natural. O sea, donde se desenvuelven los buenos.
Ayer le bastó media hora para volver a imponer los mismos criterios de siempre. Gana por centímetros todas las jugadas a balón parado, parece un padre ante un hijo a la hora de imprimirle intensidad al partido y su fútbol es tan sencillo como efectivo: 4-4-2 muy abierto, penetraciones por banda y centros para, en el caso de ayer, Toni y Edu Espada. Así llegaron todas las ocasiones, así llegaron los dos goles. En el 20' Sergio Castillo remató de cabeza desde casi el área pequeña y en el 29' Edu Espada fusiló desde la frontal.
El Mérida, con apenas cuatro sesiones a sus espaldas, nunca desentonó. Mejor en la segunda parte que en la primera, se le notó el cansancio, lo que provocó que el equipo terminara siendo muy largo. Pero terminó más tranquilo, más asentado y con oportunidades de haber recortado distancias. Cada uno promete en su categoría.