«No descartamos incentivos económicos para los que han estado en primera línea»
José María Vergeles | Vicepresidente segundo de la Junta y consejero de Sanidad ·
«En la zona oeste de la provincia se produce un viaje turístico que provoca un brote al que intentamos poner coto con el aislamiento social de Arroyo de la Luz. Pero, sin duda, el virus ya había salido del pueblo»JUAN SORIANO
Arroyo de la Luz
Domingo, 7 de junio 2020, 10:09
José María Vergeles Blanca (Fuente del Maestre, 1969) nunca imaginó que su trabajo como médico de familia podría llevarle a enfrentarse a la mayor pandemia del último siglo. Tres meses después de que se detectaran los primeros casos de coronavirus en Extremadura, la región cuenta casi 3.000 afectados y más de 500 fallecidos. Durante este tiempo, especialmente en las primeras semanas, el vicepresidente segundo de la Junta de Extremadura y consejero de Sanidad reconoce que ha pasado «bastantes noches en vela».
–¿Estaba preparado el sistema sanitario para esta pandemia?
–Yo creo que sí, que el sistema nacional de salud estaba preparado para una pandemia de estas características. Y creo que el Servicio Extremeño de Salud ha sabido dar respuesta a las necesidades que tenía. Ha habido dos capacidades que nos han dado una tremenda seguridad. Uno, que hayamos abierto el Hospital Universitario de Cáceres, lo que nos ha permitido contar con un colchón. Otros han tenido que habilitar pabellones polideportivos, pero nosotros teníamos vacío el hospital Nuestra Señora de la Montaña en una de las áreas más azotadas por la pandemia. Y, dos, ahora está siendo clave el mapa sanitario que tenemos en atención primaria y los puntos de atención continuada, que no han estado abiertos siempre. Los momentos más difíciles han sido al inicio, cuando no éramos capaces de contar con todos los equipos de protección individual que nos hubiese gustado tener para nuestros profesionales, porque donde se fabricaban no se estaban fabricando.
–¿Cuándo se dio cuenta realmente de lo que se avecinaba?
–Supe realmente lo que se avecinaba cuando iban creciendo los datos. Hemos hecho una monitorización diaria, y en los primeros momentos hasta dos veces al día, y la situación era tremendamente complicada. Y las noticias de Madrid, que eran muy alarmantes. Más atrás, de China nos llegaban unas noticias y luego el virus se ha comportado sin embargo de forma diferente. Creo que el punto de inflexión fue cuando afecta a Italia. Ahí es cuando España sabe que, con los contactos que se estaban produciendo, y en un momento que coincide con los carnavales y viajes de intercambio turístico, que esto puede ser una realidad bastante más grave de lo que inicialmente pensábamos.
–¿Cómo conseguir material de protección?
–Insistiendo mucho en la compra consorciada por parte de todas las comunidades autónomas y de la Unión Europea. E intentando que a través de la Agencia Española del Medicamento se homologase todo lo que se pudiera, porque esa protección era mejor que nada. Y buscándonos la vida con todos los proveedores. Hay empresas que se comportaron con poca ética, que nos han ofrecido material pagando por adelantado y a unos precios desorbitados. Hay gente que ha intentado aprovecharse de esa situación, pero lo hemos sorteado bien.
–¿Reconoce que hubo sanitarios que se infectaron por falta de protección adecuada?
–En los momentos iniciales no contábamos con todos los medios de protección, y probablemente entre enfrentarse a lo nuevo y la falta de algunos equipos... Así lo hemos reconocido. En estos momentos, haber pasado la COVID-19 entre personal de primera línea se considera enfermedad profesional, así que de alguna forma estamos reconociendo que no hemos contado con todos los equipos de protección.
–¿Por qué el virus ha sido especialmente dañino en Cáceres?
–Ha habido más circulación de virus y más carga viral, no sé si ha sido más dañino. Hubo determinadas circunstancias que causaron brotes en las áreas de salud del norte de Cáceres, por ejemplo, segundas residencias de otras comunidades autónomas que estaban siendo tremendamente azotadas, como Madrid. Y en la zona oeste de la provincia se produce un viaje turístico que provoca un brote al que intentamos poner coto con el aislamiento social de Arroyo de la Luz. Pero, sin duda, el virus ya había salido del pueblo. Así que esa zona oeste ha sido más castigada.
–De los más de 500 fallecidos, cerca de 430 vivían en residencias de mayores. ¿Por qué se decidió medicalizar estos centros en lugar de trasladar a los positivos a hospitales?
–Las recomendaciones eran que, si se podía, se aislase a los positivos. Así lo decían todos los protocolos que habían elaborado los expertos, que hemos seguido rigurosamente. Y si en algún momento un médico ha considerado que el enfermo tenía que ser ingresado en un hospital o en una UCI, nosotros no hemos interferido en eso. Jamás, bajo ningún concepto, hemos condicionado a nuestros profesionales en ese sentido. Y la prueba es evidente: si no se hubiese decidido hospitalizar a un volumen de residentes no hubiésemos tenido que abrir el hospital Nuestra Señora de la Montaña. Hemos intentado que las necesidades sanitarias se atendiesen en las residencias de la mejor forma posible. Pero la combinación del coronavirus con la edad y las múltiples enfermedades que padecen ha tenido unas consecuencias que no son las que nos hubiesen gustado.
–¿Cómo explica que el virus llegara a residencias de mayores semanas después de que se prohibieran las visitas?
–Porque seguía habiendo intercambios con el exterior. Trabajadores que, lógicamente, entraban y salían; proveedores de material de primera necesidad; y porque probablemente el virus estaba incluso antes de que se cerraran las visitas, aunque las consecuencias se produjeron después.
–En la residencia el Cuartillo de Cáceres había un fallecido y 22 afectados a finales de marzo, hoy hay 75 víctimas de coronavirus. ¿Cómo explica que se sigan dando los contagios si en teoría los positivos estaban aislados?
–Los contagios son mínimos en residencias en estos momentos, por no decir cero. En los protocolos se consideraba que la residencia podía estar infectada con un solo positivo por PCR, y el resto de personas con síntomas compatibles eran ya positivos aunque no se les hubiese realizado la prueba. Ahora se están haciendo PCR para dar altas y es cuando se están dando los positivos; pero no es que no lo fuesen, ya lo eran. Ya estaban aislados, lo que ocurre es que ahora se están haciendo esas pruebas y estamos detectando que todavía siguen dando positivo. Pero no es que haya nuevos contagios.
–Pero, ¿cómo se podían producir contagios en abril, cuando los primeros casos ya estaban aislados?
–Probablemente ya estuviesen contagiados, porque habían sido contactos estrechos. En ese momento habían empezado a dar los síntomas, porque el periodo de incubación es de hasta 14 días.
–Al principio de la pandemia se daban los datos de los positivos, como la edad. ¿Por qué se dejó de hacer?
–Porque era inviable clasificarlos. Cuando llegamos al volumen de afectados que hemos tenido, con 3.000 casos, no era posible, aunque la conociésemos, trasladar toda esa información a la opinión pública. Y también porque estábamos dando un mensaje innecesario de alarma en determinadas poblaciones que eran muy pequeñas y por confidencialidad no se podía dar ciertos datos.
–¿Por eso no han querido dar los datos por municipios, como han hecho otras comunidades?
–Sí. Aunque tenemos los datos, no se han dado por municipios por eso.
–También se dejó de dar información sobre aislados en domicilio, después sobre positivos por test rápido y últimamente sobre casos entre profesionales sociosanitarios. ¿A qué se debe?
–Ahora mismo el personal está muy controlado y llevamos varias semanas con cero contagios, lo cual es una magnífica noticia. Nosotros informamos al Ministerio todas las semanas del personal que tenemos infectado, que ha estado de baja, que tiene el alta laboral y el alta epidemiológica. Esos datos los hemos seguido dando. Pero llega un momento en el que lo que establecen los expertos del Centro de coordinación de alertas y emergencias sanitarias es que demos los datos que estamos dando ahora. Una vez que hemos controlado el pico, nos hemos centrado en detectar cualquier caso nuevo que pudiese ocurrir. Teníamos que mostrar a la sociedad que lo que estamos haciendo en este momento no es solo atender a las personas que estaban infectadas, sino detectar personas sospechosas y el volumen de confirmados, para que se entendiese que solo el 0,45% de los sospechosos en Badajoz y el 0,90% en Cáceres estaba dando positivo. Y que la circulación del virus es muchísimo menor.
–Los test rápidos, que en su día parecían la solución, ¿se siguen utilizando?
–Muy poquito. Los estudios nos han demostrado que la PCR es la prueba patrón oro de lo que tenemos que hacer y por tanto es preferible utilizarla; y en segundo lugar porque hemos aumentado sensiblemente la capacidad de hacer PCR. Los resultados de los test rápidos son testimoniales, porque lo que miden son las defensas que generamos ante la infección, y además no distinguen si es reciente o antigua. De la utilidad inicial con la que los laboratorios vendían los test rápidos, cuando lo hemos probado en la realidad la situación no es tan favorable. Así que, con la capacidad que tenemos, es mejor la PCR. Se ha incorporado ya el segundo robot a Badajoz y podemos llegar a cerca de 8.000 diarias, eso cubre con creces todas las necesidades que tenemos.
–¿Está satisfecho con la gestión de la crisis sanitaria?
–Estoy muy satisfecho de los profesionales sanitarios, de los que trabajan en el ámbito de la salud pública, de los que se han dejado la piel en las residencias... Estamos estudiando vías de incentivación por el trabajo que han realizado. Creo que, cuando se revise todo esto, tenemos que agradecer muchísimo esa labor. Y no podría haber sido posible sin las direcciones, es justo reconocer ese trabajo. Yo saco muchas enseñanzas de todo esto. Tenemos que tomar algunas decisiones, como la reforma de nuestro sistema sanitario, fundamentalmente en el ámbito de la salud pública. Y tenemos que hacer un modelo nuevo de residencia con muchísima más carga sanitaria, y se incida en una cartera de servicios para la atención primaria y los hospitales que puedan atender a esos centros de mayores.
–¿Qué incentivos se plantean a los profesionales?
–Ya se ha hecho público que se van a realizar cerca de 8.000 contratos en verano. Vamos a cubrir al 100%, lo que nos permite que nuestros profesionales puedan estar mejor que otros años; y las zonas donde suelen llegar personas de otras comunidades van a estar reforzadas. La segunda medida que nos planteamos tiene que ver con la evolución del sistema sanitario. Vamos a trabajar en la reforma de la atención primaria, un tema que ya estábamos abordando pero que ahora se ve más incrementado. Y si en algún momento podemos dar incentivos económicos, lo estudiaremos. No descartamos nada en este momento para esas personas que han estado en la primera línea.