Dulce noviembre
HÉROES Y TUMBAS ·
SALVADOR CALVO MUÑOZ
Arroyo de la Luz
Domingo, 17 de noviembre 2019, 10:24
¿Recuerdan una película con ese título? Sí, hombre; hace ya muchos años. Era una chica que sabía que no le quedaba mucho de vida y decide vivir una aventura romántica al mes durante los meses que le quedaran. Treinta días con un amor, ni uno más ni uno menos. La película era deliciosa, por cierto. Ni idea del director, ni del galán, tal vez ella fuese Sandy Dennis. El caso es que luego ha habido otra versión con Charlize Theron de protagonista, creo. Bueno, la historia es que se enamoran durante el mes de noviembre; obviamente de ahí el título.
Bien, pues este noviembre, que vivimos ahora, de dulce nada. ¡Las barbas del Profeta! Ayer compartimos un día de campo y caza en un paraje al norte de Arroyo de la Luz, con la buena gente de una sociedad de cazadores. Todo bien y estupendo; las perdices volaban que daba gusto verlas, la jeta asada riquísima y el vinillo otro tanto, por no dejar atrás el magnífico y delicioso pan de Arroyo.
Canchos de granito, carrascas, algunas escuálidas retamas y una tímida alfombra de verde musgo, casi hierba, cubriendo el suelo seco y reseco, de esta interminable sequía que nos asola. Bajar una perdiz que viene de una alta morra de peñascos y barzal consiste en tomarle los puntos en el momento preciso y no cometer los despistes y torpezas de novato, que se repiten una y otra vez, a la vejez viruelas.
Así pues, después de tenerla ya a tiro, aprieta uno el gatillo y el tiro no sale ¡Pardiez! ¿Qué pasa aquí?... ¡Maldición, no he quitado el seguro! O bien, llega la perdiz, la encaramos, la tenemos ya muertita, y en vez de tiro suena un frustrante '¡click!' y no sale. Abrimos y en los caños las vainas vacías de anterior lance. ¡Córcholis! ¡Sapristi!
Ahora bien, allá va la perdiz tomando las de Villadiego y de tiro espectacular la volvemos un guiñapo y se abate contra el suelo duro del dulce noviembre. ¡Qué dulce! Seco y reseco, duro como la piedra, agostado y sediento. Pobres encinas, cubiertas, de continuo, por el polvo de los carriles. ¡Ay, tristes charqueros, sin gota de la beatífica agua reparadora!
Mientras disfrutamos de un día de campo y caza, a pesar de este noviembre traidor y nada dulce, el panorama social bulle como la olla en las brasas. Recién, los españoles hemos acudido de nuevo a las urnas. Todos, cada vez más. A este paso acabarán votando los lactantes y los difuntos. Por lo visto todo quisque tiene derecho a depositar su papeleta. Vale, bien, pues tiren para adelante, ya verán el tortazo que nos vamos a dar. Delenda est Cartago!
«¡España, aparta de mí este cáliz!», dijo aquel grandísimo poeta que vino de los Andes y se fue a morir un día jueves en París con aguacero. ¡Ay, César Vallejo!, el de los Heraldos Negros y de Trilce, qué lástima ya, no poder contarle a los alumnos de COU aquellas historias del Cuzco y de Lima.
En fin, abrimos la escopeta, sacamos los cartuchos, guardamos los apechusques de la caza y nos sentamos junto a los buenos arroyanos a compartir el ágape dominical. 'Introibo ad altare Dei'; hoy decimos misa a la intemperie, comentando las peripecias: ésta que se fue de ala, aquella que apeonó y no hubo forma, o la liebre que se levantó en el cauce seco del regato y se fue por el perdedero. «Dicen que si gana Fulanito, adiós a la caza». Pues entonces ya sabéis, amigos. A ver si para la próxima nos juntamos en otro noviembre, dulce de verdad.
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