Arroyo de la Luz
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Jueves, 28 de marzo 2024, 11:48
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La lluvia y el viento finalmente no dieron una tregua para que el Nazareno pudiera recorrer las calles de Arroyo de la Luz pero los arroyanos no renunciaron a acompañar a su Cristo en su Vía Crucis, que se celebró en el interior de la iglesia parroquial de la Asunción.
A pesar de la mala climatología, los fieles fueron llegando a la iglesia con la esperanza de que finalmente parara la lluvia y pudiera salir la procesión. Muchas personas esperaban en el interior del templo, expectantes, mientras un grupo vestidos con los tradicionales 'capuchones' se colocaban alrededor del cristo.
Casi llegadas las 23.00 horas, hora de salida de la procesión, se sabía ya que no sería posible salir de la iglesia. Desde el altar se informó lo que todos ya preveían; este año no saldría el Nazareno, pero se celebraría el Vía Crucis en el interior del templo, siendo esta la segunda vez que se hacía. Así, los asistentes se dirigieron a los bancos llenando la iglesia.
Los costaleros se dirigieron hacia el Nazareno y lo alzaron en hombros entre el silencio que reinaba en el lugar, mitad tristeza por no salir y mitad emoción por estar unidos acompañando al Cristo.
El Nazareno se situó en el pasillo central de la iglesia y, mientras Juan Manuel García, párroco de la localidad, rezaba las diferentes estaciones del Vía Crucis desde el altar, el Cristo fue avanzando por el pasillo mientras que tres capuchones; dos con antorchas y uno con una cruz, se desplazaban por la iglesia parándose en las distintas cruces situadas en las paredes que simbolizan las paradas del Vía Crucis.
Cada año, el Nazareno es seguido por las calles por un grupo de mujeres que hacen su camino tras él, descalzas, y este año no ha sido diferente, siguiéndole en esta ocasión en su camino en el interior de la iglesia.
El Vía Crucis de este año, como informó el párroco, se rezó un Vía Crucis diferente, «un Vía Crucis muy actual que se titula Voces de Paz en un mundo de guerra», el Vía Crucis que el Papa Francisco hizo el año pasado, un Vía Crucis muy emocionante, sobre todo por la actualidad del mismo, en el que las meditaciones son testimonios dados al Papa por hombres y mujeres de diversas regiones del mundo que viven la violencia, la pobreza, la injusticia, siendo dos de ellos casos Europeos que mencionan el pueblo ruso y el ucraniano, ya que la guerra había estallado un año antes.
El silencio durante las meditaciones, rezos y cantos resonaba en la iglesia mientras el Nazareno, portado por un grupo de fieles, algunos vestidos con el traje morado de los capuchones, se desplazaban soportando el peso del paso, haciendo de este Vía Crucis, si bien diferente, fuera especialmente emocionante, pudiendo celebrarse a pesar de la mala climatología que, de puertas para afuera, arreciaba las calles arroyanas.
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