Hoy, Lunes de Pascua

Cada Lunes de Pascua, los arroyanos se echan a la calle antes de que despunte el sol, con esa ilusión y ese fervor que les mueve, que no les deja dormir en toda la noche pensando en el día que se avecina.

Cada Lunes de Pascua, los arroyanos se ponen sus mejores galas, cogen sus botas y su sombrero y se dirigen a llenar el trayecto que hay entre la plaza de la Constitución y el Santo, haciendo que la Corredera se convierta en el centro neurálgico del pueblo.

Cada Lunes de Pascua, esos cohetes, que no suenan en los oídos sino en el corazón, les dicen a todos los arroyanos que es hora de moverse, que llega su día, que no esperen más.

Este Lunes de Pascua no hay cohetes, la Corredera está vacía, pero lo que no cambia es el pensamiento y el sentir arroyano.

Los 5.800 corazones de todo un pueblo lloran hoy por su día grande, piensan en su Patrona y duelen recordando años mejores en los que la única preocupación era llegar a tiempo a esa Corredera, ocupada por unas 15.000 personas, para poder coger los mejores sitios y disfrutar así de sus carreras de caballos.

Pero tras todo ese dolor, Arroyo es un pueblo que ahora mismo está más unido que nunca. Tras ese 13 de marzo, en que la vida se sacudió a sí misma y nos metió a todos en casa, los arroyanos se abrazan, se besan y se acarician en la distancia este Lunes de Pascua, mucho más cerca unos de otros que si estuviéramos la Corredera codo con codo.

Este Lunes de Pascua es atípico, este 13 de abril no se ha visto nunca, pero este Lunes de Pascua se recordará, como el día en que El Día de la Luz no llegó, porque por mucho que nos duela y por mucho que amemos nuestra fiesta, nos amamos mucho más a nosotros mismos, nos amamos mucho más los unos a los otros.

Este día, este Lunes de Pascua, este Día de la Luz que no ha llegado, se recordará como el día en que Arroyo protegió a Arroyo, limpió las lágrimas a Arroyo y se abrazó más fuerte de lo que había hecho nunca, a pesar de estar los unos de los otros más lejos que nunca, porque si algo tenemos claro es que la vida está por encima de todo y ya habrá más Lunes de Pascua para disfrutar, para abrazarnos y para besarnos, pero sin olvidar jamás este Lunes de Pascua en que los arroyanos se quisieron y se cuidaron como no lo habían hecho ningún otro Lunes de Pascua.