Niño Jesús con el que procesionaron los niños. Cedida

El niño Jesús

José Luis Solano Rodríguez

Arroyo de la Luz

Jueves, 20 de abril 2023, 10:09

Bajaba el Niño, bajaba, por la Corredera engalanada a hombros de niños de primera comunión sobre unas angarillas sencillas de madera que algunos padres procuraban estabilizar, abriendo el camino a la imagen de la Virgen de la Luz. Era el primer jueves pascual, 13 de abril, al anochecer.

Había abandonado las andas de su madre, el estar a sus pies, con un paso impulsado en el temor y congojo de unos rapaces cariacontecidos. Renacía en la autonomía que gozó siglos atrás, teniendo cofradía propia en un pueblo de gran religiosidad; una más de las muchas advocaciones que llenaban el calendario de celebraciones del santoral, los oficios de patronos a quien venerar y custodiar. Por designio episcopal llegó a desaparecer, sus bienes integrados en los de su intercesora, administrados por su mayordomo, incluso su estandarte o pendón -compartido con la de San Marcos- pasó a Ella, pudiendo ser uno de los dos que procesionan actualmente cuan reliquia de insignia celestial.

Una vez más, como es costumbre en esta tierra, la falta de lluvias primaverales agostaba los campos, recortaba las cosechas, con ello, el alimento a paisanos y ganados, motivo que llevaba al Ayuntamiento, patrón eclesiástico, a tratar de implorar a la patrona con una rogativa de novenario de misas en la parroquial de la villa que, si no surtía efecto, llevaba a traer también al Cristo de la Expiración, juntándose ambas imágenes en la iglesia, incluso con procesión general por las calles. Tras mandar «recado político» al párroco y al Padre Guardián del Convento de San Francisco, concertado con ellos dicho evento, se iba a por la imagen en procesión desde la parroquial hasta el santuario; presidían los capitulares del Consistorio, frailes del Conventoy demás eclesiásticos locales seguidos del pueblo llano convocado por las campanas a primeras horas de la tarde. Una vez allí, sacaban la imagen cuatro hermanos franciscanos hasta el límite del patín, encargándose luego otras tantas personas de las ocho nombradas por los municipes de transportarla hasta el atrio de la Asunción, siendo nuevamente tomada por los anteriores para introducirla en su interior. Este sencillo discurrir alguna vez se alteró.

Un miércoles 15 de abril de 1750, se produjo un hecho excepcional por llevar el pendón del Niño al sacarla de laermita entreel mayordomo eclesiástico y el criado de un noble de la localidad, el primero por ser tradición y privilegio de la extinguida cofradía, el segundo, por haberlo decidido el cura párroco, además de por ser astuto, hasta el extremo de añadir a su nombre, José, el apodo de el «zorro». Se organizó «una especie de tumulto con aparato de muchas desgracias que pudieron remediarse por los religiosos de Nuestro Padre San Francisco y por los otorgantes» descrito en acta municipal. Acordaron que, al estar próximo el día de S Marcos, el 23, en que volvería a salir la enseña, lo llevaría el otro hasta que resolviera el juzgado episcopal su porte para posteriores celebraciones. Disputas que en la actualidad no pasan.

Excelenteidea, emotiva, el hacerlo procesionar por niños, que espero prosiga en años venideros con más o menos independencia respecto a su madre virginal.

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