Galopadas en el corazón de Arroyo de la Luz
Las carreras de caballos reúnen a más de 12.000 personas
ANTONIO ARMERO
Martes, 29 de marzo 2016, 07:39
Daniel Parra reconoce que la cantinela que repite una y otra vez durante la mañana le persigue cuando todo ha terminado. «¡Atención, salen dos caballos, salen dos caballos! Por favor, no le den la espalda a la carrera. Cuidado en Correos y Las Cuatro Esquinas». Por séptimo año consecutivo, él es «La voz del Día de la Luz». «Así me llaman, y así lo pone en los programas oficiales», explica el protagonista, sin duda uno de los hombres importantes de la fiesta que ayer se celebró en Arroyo de la Luz (6.042 habitantes, a veinte minutos en coche de Cáceres), cita de Interés Turístico Regional desde 1997 que rememora la victoria del Ejército de Alfonso IX frente a las tropas musulmanas, gracias a la intercesión de la Virgen.
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Vestido de pirata porque también participa en el desfile de carrozas, Daniel Parra, ordenanza de la residencia geriátrica municipal y presidente de la asociación local de personas con discapacidad, se pasa media mañana en un balcón, con el micrófono en la mano. Él controla la mesa de sonido que tiene al lado, y a sus mensajes repetitivos conviene estar atento. Lo que hace es avisar cada vez que sale un caballo, o dos o tres. Y salen muchos a lo largo de la mañana y parte de la tarde. Jinetes, amazonas, padres, hijos, parejas, hermanos, amigos, críos...
«Miedo no, pero nervios sí que se pasan», comenta Zahara Sanguino justo después de terminar su carrera junto a su amigo Pepe Gutiérrez. Como los más de 150 caballistas que ayer participaron en el Día de la Luz, acababan de recorrer de arriba a abajo la calle Corredera, el epicentro de la fiesta, el lugar en el que todo sucede. Muchas de las casas que hay a un lado y otro están abiertas, con gente comiendo morcilla -el estandarte de la gastronomía arroyana- y bebiendo vino o cerveza, mayormente. Son 850 metros en línea recta, con una ligera pendiente descendente. Excepto las aceras, el suelo está alfombrado de arena, para los caballos. La velocidad máxima permitida en la calle para los vehículos son treinta kilómetros por hora, pero el Lunes de Pascua, los jinetes y amazonas de Arroyo de la Luz rebasan sobradamente ese límite.
Bajan a galope tendido parejas o tríos en collera (abrazados por los hombros). Bajan hombres o mujeres solos, atizando al animal para ir más deprisa. «Yo pensaba que iba a ser peor, por el mogollón de gente, pero no, ha sido tranquilo», cuenta Pilar Lucas (13 años), que ayer corrió por primera vez en el Día de la Luz. A su modo, también debutó ayer Isabel Molano, que vivió su primera fiesta como alcaldesa. «Cualquiera que se presenta a la alcaldía -cuenta la regidora- tiene este día en la cabeza, y el deseo principal es que no pase nada».
Este anhelo compartido por todo el que participa en la fiesta está más presente desde el año 2009, cuando un caballo arrolló mortalmente a Candi Carrero Collado, policía municipal de 45 años. Desde entonces, el Día de la Luz reforzó su dispositivo de seguridad. Ayer lo formaban 200 personas, entre sanitarios (de la asociación DYA y del 112 Extremadura) y agentes de la Guardia Civil, la Policía Local y una empresa privada. Además, ayer se estrenaron carteles de aviso en inglés, situados en un lugar estratégico, donde los caballos empiezan a galopar, a dos pasos del sitio que ocupaba Pepe Tapia, director de carrera desde hace 16 años. Con el altavoz del walkie talkie en una mano, una vara en la otra y un auricular en la oreja, no pierde hilo a lo que ve y lo que oye. Está metido en faena. Atento. A sus espaldas comienza la calle Corredera, el centro del universo de cada Lunes de Pascua en Arroyo de la Luz.
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