Rocas que fueron viviendas y el mal de ojo de Extremadura
DESDE LA MOTO DE PAPEL ·
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SERGIO LORENZO
Arroyo de la Luz
Domingo, 16 de agosto 2020, 11:17
A otros, los sábados por las mañana, se les da por ir a correr en bicicleta o a pescar al Guadiloba; yo últimamente prefiero ir a recoger en coche al malaleche de Manuel Caridad. Nos vamos unos kilómetros fuera de Cáceres, aparcamos debajo de una encina y allí sacamos cada uno nuestras partituras y nuestros saxos y empezamos a tocar.
Con el saxo sabes enseguida el estado de ánimo del que toca por la música que elige, y ayer el compañero estaba triste. Tocó varias veces seguidas 'Lágrimas en el cielo', la canción que Eric Clapton compuso en recuerdo a su hijo Conor, que murió a los 4 años al caer del piso 53 de un rascacielos de Nueva York. A la quinta vez que la tocaba ya protesté:
–¡Ya está bien! ¿Se puede saber qué demonios te pasa?
–Pues que no hay manera. Qué la gente aquí no aprende. Vamos hacia el segundo confinamiento, y esa es la oportunidad para que los extremeños que lo han pasado tan mal en sus pisosjaula de Madrid y Barcelona, vuelvan a la libertad de los pueblos extremeños, que son pequeños y cuanto más pequeño más seguro se está; pero resulta que no nos hemos puesto las pilas.
–¿Por?
–Porque lo que se han ahorrado las instituciones públicas en eventos que no se han celebrado, y los ayuntamientos en verbenas que no se han hecho, deberían haberlo gastado en mejorar las infraestructuras en telecomunicaciones, para que la gente pueda teletrabajar desde los pueblos; pero esta semana hemos dado la noticia de que en la Estación Arroyo-Malpartida, aquí al lado, protestan por el pésimo funcionamiento de internet; y en Garciaz han estado tres días, ¡tres días!, sin cobertura móvil. La gente del pueblo tenía que recorrer varios kilómetros para llegar a un cerro, desde el que ya se podía hablar por el móvil y navegar en internet. ¡No aprovechamos las oportunidades!
Para que se le fuera un poco la tristeza, le hablé de un novedoso estudio que ha realizado Fernando Moreno Domínguez (Navas del Madroño, 1964).
El veterinario Moreno Domínguez, que ha investigado sobre restos arqueológicos, pinturas y grabados rupestres, acaba de publicar en la revista 'Scientia Antiquitatis' de la Universidad de Évora, un interesante estudio que le ha supuesto diez años de trabajo de campo.
Ha localizado y estudiado 215 rocas ubicadas en la penillanura de Cáceres, que habían sido usadas bien como cabañas de pastores, refugio de animales, almacén o para cobijar sepulturas. Son rocas que el hombre ha trabajado, en las que ha hecho goterones, que son canales longitudinales que evitan que el agua de la lluvia entre en el refugio. En algunas peñas también cincelaron escaleras para arreglar la techumbre.
De las 215 peñas localizadas, 110 están en el término municipal de Cáceres, 47 en Malpartida de Cáceres, 24 en Casar de Cáceres y 12 en Arroyo de la Luz. El resto se ubican en Trujillo, Brozas, Garrovillas de Alconétar, Navas del Madroño, Mata de Alcántara y Alcántara. Fernando Moreno, que agradece la ayuda y el asesoramiento que ha tenido del profesor Antonio González Cordero, afirma que estás piedras pudieron ser trabajadas por los hombres desde el periodo tardorromano hasta la baja Edad Media, y proliferan en la provincia de Cáceres, al usar las grandes piedras de granito que existen en esta parte de Extremadura por el Batolito de Cabeza de Araya.
Le mostraba a Caridad las fotos que me había mandado el investigador de los curiosos peñascos labrados, y el compañero refunfuñaba:
–¿No ves? ¡¿No ves?! Antes todas esas grandes extensiones de terreno, que ahora son igual que desiertos, estaban llenas de gente.
–Y más desiertas van a estar estas tierras – dijo una voz que salía del interior del coche abierto. Miramos y vimos que era el difunto Sanjosé, que estaba echado en los asientos de atrás leyendo un libro.
–El que faltaba – protesté.
–¿No habéis visto un estudio de hace dos días de USO? – siguió Sanjosé – Extremadura es la región qué más envejece de toda España; en 2019 dejaron su tierra 2.596 jóvenes extremeños. USO se queja de que Extremadura no está bien preparada para el teletrabajo.
Para que no se me encabronara más Caridad, le seguí hablando del gran trabajo de Moreno Domínguez, y que parecía que las peñas labradas señalaran a Monsanto, la bella aldea portuguesa que está a 10 kilómetros de la frontera con Extremadura, cerca de Moraleja y Zarza La Mayor. Una aldea en donde se mantienen casas adosadas a grandes rocas.
A Caridad se le encendió la cara: «¡Tengo la solución! – exclamó – Tenemos que ir a Monsanto, que está a poco más de hora y media en coche, y comprar allí las marafonas, las muñecas que hacen allí de trapo, que como armazón tienen una cruz de madera y que se utilizan para ahuyentar el mal de ojo. Porque está claro que a los extremeños nos han echado el mal de ojo, si no, no se entiende. Tenemos que ir a por varias y dárselas a nuestros políticos».
Le dije que sí, para darle una alegría, y entonces se puso todo contento a tocar 'En er mundo', como si fuera el saxofonista de la película 'La lengua de las mariposas'.
La verdad es que hay hombres que son como niños.
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